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«Hay que hacer menos poesía de salón»

Raúl Vacas presenta su nuevo libro, 'Señal', segunda aventura editorial de Mundanalrüido
Señal de Raúl Vacas y Sara Morante para Mundanalrüido Editorial Beusual
Señal de Raúl Vacas y Sara Morante para Mundanalrüido Editorial Beusual

JOSÉ AHUMADA – El diario Montañes

Poesía e imagen se funden en el nuevo libro de Raúl Vacas, ‘Señal‘, para el que ha contado con la colaboración de la ilustradora torrelaveguense Sara Morante, que ha sido editado por Mundanalrüido y que se presenta en la librería santanderina. Amor, soledad y muerte son los tres ejes alrededor de los cuales se agrupan las composiciones de este autor salmantino, con una amplia obra que este mismo año se verá ampliada por dos nuevas publicaciones, ‘Uno solo’, un cuaderno de apuntes con obra gráfica de Aquilino González, y ‘Niños raros’, ilustrado por Tomás Hijo.

-¿Qué se puede encontrar en ‘Señal’?

-Uno de mis propósitos es que el lector se mire en el espejo del poema, que reconozca las señales y las marcas que la vida, el amor y la muerte dejan en la piel y el corazón e identifique las suyas. Cada poema es una radiografía de los deseos y los miedos que mueven al hombre y la mujer de hoy, cada vez más alejados de la poesía y de la vida.

-Soledad, amor, muerte. los temas, vamos a decir eternos, que unen estas poesías. ¿Cuál es su clave para actualizarlos?

-Hacerlos míos. Buscar las palabras oportunas para nombrarlos. Decía Francisco Pino que aunque cada cosa tiene ya su palabra la escritura nos permite nombrarlas de nuevo. Ahí está el reto; en desconcertar las cosas -como él señalaba- para concertarlas con uno mismo. Aunque los temas se formulen una y otra vez, los códigos y las palabras cambian. La poesía es una experiencia íntima, un modo de resolver las grandes cuestiones y las sencillas preguntas que nos hacemos a diario. Yo trato de mostrar el electrocardiograma de mis sentimientos y mi experiencia ética y estética de la vida y la literatura. En el fondo del poema subyace una búsqueda personal.

-Otra sobre lo mismo. ¿Estos grandes temas son sencillamente fuentes de inspiración poética, o requieren cierta experiencia en el terreno?

-El poeta suele hablar de la pérdida, del desamor, de los vacíos que llenan su vida y la de los demás. Es ahí donde el poema se vuelve reflexión, experiencia compartida, fonendoscopio que registra la intensidad y frecuencia de nuestros latidos. El desamor, la ausencia, el recuerdo, la muerte son una fuente de inspiración constante que cada escritor hace visible desde su compromiso personal con las palabras y con la realidad. Sin experiencias de vida, y de muerte, no existiría la poesía. La intuición, el juego y la experimentación son posibles en el poema pero siempre vienen dictadas por nuestra experiencia personal sobre las cosas, nuestra manera de entender la vida.

-¿Cómo es el proceso de creación de un poemario intenso como ‘Señal’?

-Los poemas que forman parte del libro se corresponden, en su mayoría, con una misma época pero no con una escritura secuencial. Este proceso llegó después. La propia división del libro en tres partes es lo que le da cohesión interna y externa, lo que le aporta una estructura lógica. El libro se abre con el amor y se cierra con la muerte. Y entre ambas cuestiones late la vida.

-Poesía e imagen. ¿Enriquece o pierde parte de su capacidad evocadora?

-El poema no es fácil de ilustrar porque en la mayoría de los casos incorpora su propia identidad visual. La comparación, la metáfora, la sinestesia tienen una gran capacidad evocadora y conforman el universo estético del poema. Pero la imagen, si es eficaz, completa o refuerza ese paisaje de los sentidos y los sentimientos.

-Unas flores al trabajo de Sara Morante.

-Hay poemas que son inseparables de la interpretación tan acertada que ha hecho Sara. Ya no podría concebirlos sin su referente visual. Sara no se conforma con ilustrar el poema. Ella lo recrea, lo hace suyo, lo amplifica, lo completa. La unión de ilustración y texto hace de ‘Señal’ un libro completo, en el que la poesía va más allá de las palabras. Me siento un privilegiado por caminar junto a ella en este proyecto. Es una gran ilustradora. Le deseo que este y otros libros que comparten alumbramiento en estos meses le den muchas satisfacciones y le abran muchas puertas en el ámbito personal y profesional.

-¿Cómo se distingue la buena de la mala poesía?

-Por el compromiso con el lenguaje, por el manejo del ritmo y de la música, por el universo que el poeta propone, por el oficio y el pulso que hay detrás de cada palabra. El buen poeta es exigente: pule, tacha, revisa, completa. Un buen poema tiene que provocarnos un efecto secundario, tiene que mover los músculos y las vísceras.

-¿Cree que la poesía española estará eternamente tutelada por Lorca y Miguel Hernández?

-Ambos son un referente para muchos poetas y para muchos lectores. Yo me inclino por Hernández y su capacidad para sacar adelante su deseo de ser poeta. Su compromiso con la vida, con las ideas, con la sociedad de su época y con la poesía lo convierten en un poeta pleno, donde se conjugan la técnica y la intuición y el oficio aprendido desde la curiosidad y la constancia. Es difícil superar su huella pero eso no significa que se haya tocado techo. El poeta de hoy tiene que asumir viejos y nuevos compromisos con un ser humano y una sociedad cada vez más señalados por lo material. Urge una reflexión de nuestro mundo desde la poesía. Acomodarla a los intereses de hoy. Creo que ahora más que nunca harían falta unas misiones pedagógicas que transformen la cultura en un bien popular cercano al individuo. Pero también es cierto, como dirían Golpes Bajos, que son malos tiempos para la lírica (ahora lo que se impone es la épica y lo prosaico). También Juan Carlos Mestre nos advirtió hace tiempo que la poesía ha caído en desgracia… Hay que hacer menos poesía de salón, separar todo lo que ha contaminado a la literatura, acercarla a la calle y a las aulas de otro modo. Recuperar la pasión, desechar la rutina.

-¿Es la poesía el género en que se sientes más cómodo?

-Sin duda. Me gustan las distancias cortas. La reflexión, la intensidad, el juego con las palabras, la pirueta de estilo. Pero no descarto, en un futuro, acercarme a la novela. Me gusta contraer retos, ponerme a prueba.

-Se dedica a la edición, la gestión cultural, los talleres de escritura. ¿es una cruzada por la cultura o una forma de ganarse la vida más satisfactoria?

-Pues en cierto modo sí tiene mucho de cruzada. Estos años he podido comprobar que la poesía es la gran olvidada en los centros de secundaria. Muchos profesores se limitan a cacarear contenidos trasnochados. El libro de texto, en este sentido, ha hecho mucho daño a la enseñanza. Hay un gran déficit de imaginación y de creatividad y muchos contrasentidos. En algunos centros hay grupos de lectura en el que no hay ni un solo profesor de Lengua y Literatura. Muchos incluso se jactan de no leer e incluso obstaculizan muchas actividades relacionadas con la animación a la lectura y la escritura. Ante ese panorama hay que posicionarse. Más de uno tendría que repasar el poema ‘La poesía es un arma cargada de futuro’ de Gabriel Celaya.